No hay sino una imaginación humana que formula e inventa, gesta hipótesis y crea música o poesía. Y es la misma imaginación que se expresa también en la participación movilizando y renovando el capital social: esa “tasa” de confianza y reciprocidad sin las que la sociedad se des-hace.
Trama que se sustenta en las paradojas de la gratuidad que, según Marcel Mauss, forman la clave del intercambio en que se constituye lo social, y en la imposibilidad, tozudamente planteada por Walter Benjamin, de que el sentido llegue a ser sustituido por el valor.
Si comunicar es compartir la significación, participar es compartir la acción. La educación sería entonces el decisivo lugar de su entrecruce. Pero para ello deberá convertirse en el espacio de conversación de los saberes y las narrativas que configuran las oralidades, las literalidades y las visualidades. Pues desde los mestizajes que entre ellas se traman es desde donde se vislumbra y expresa, toma forma el futuro.
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Naileth Arevalo
Jessica Márquez
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